El Vaticà es planteja quin ha de ser el seu paper a Andorra

Un sorprenent article del periodista Enric Juliana que publica aquest dilluns La Vanguardia assegura que el papa Francesc pensa en la possibilitat de renunciar al coprincipat que exerceix des de 1278 el bisbe d'Urgell. La cúria dicosesana li demana temps. Segons Juliana, periodista molt ben informat sobre tot allò que envolta i fa referència al Vaticà, El nou papa es va quedar sorprès quan el dia de la inauguració del seu pontificat, el 19 de març de 2013, va veure un eclesiàstic en la filera dels caps d'Estat... L'amable salutació podria fer trontollar els fonaments de l'actual organització de l'estat andorrà i modificar les estructures del bisbat dUrgell.

Tal i com explica el periodista català en la seva crònica, el papa pensa seriosament en l'extinció del coprincipat eclesiàtic, encara que els seus principals col·laboradors li demanen temps "per no provocar mals majors". Davant aquesta tesitura, Andorra podria conformar-se amb un únic copríncep (el francès: encara que en ocasions també s'ha especulat sobre la possibilitat d'una renúncia de França al copríncipat), o bé oferir la vacant al rei d'Espanya (l'anterior rei Joan Carles ja s'hi havia interessat mes d'una vegada) o buscar alguna altra possibilitat.

Les reflexions del papa Francesc coincideixen amb un moment de canvis a l'espera de la confirmació de l'actual copríncep i bisbe d'Urgell, Joan-Enric Vives, com a arquibisbe de Barcelona en substitució del cardenal Lluís Martínez Sistach que acaba de fer 78 anys. Quan això es confirmi hi hauria de possibilitat de què Joan-Enric Vives exercís durant un temps d'administrador apostòlic d'Urgell per tal de guanyar temps i buscar una solució al 'cas' andorrà.

Sens dubte, en aquest 

Francisco preguntó en Roma y quedó sorprendido de que la Iglesia católica ejerza, junto con el presidente de la República francesa, la jefatura de Estado de una pequeña nación cuya economía gira, hoy, básicamente alrededor de la banca. Es una historia antigua. Muy antigua. Una jurisdicción que se remonta al año 1278, cuando se firmó en Lleida, bajo el arbitrio del rey Pere II, el primer ‘pareatge’ entre el conde de Foix y el obispo de Urgell para compartir la soberanía de los valles andorranos. Una realidad que seguramente complacía a Joseph Ratzinger, bávaro y tradicionalista, dejaba algo descolocado a Jorge Mario Bergoglio. Esa pequeña pieza del mosaico europeo no acaba de encajar con su visión de la Iglesia católica en el siglo XXI: menos vecindad con el poder y más proximidad con los que sufren. Más periferia social y una prioridad absoluta en el plano temporal: clarificar cuanto antes las cuentas de la Iglesia y acabar de una vez por todas con la mala reputación de la banca vaticana, el Instituto para las Obras de Religión (IOR). En este contexto, las noticias sobre políticos con cuentas problemáticas en Andorra y la reciente convulsión de la Banca Privada de Andorra (BPA), a propósito de un informe del departamento del Tesoro de Estados Unidos pidiendo información sobre operaciones de blanqueo de dinero, han tenido fuerte impacto en el Vaticano.

El Papa piensa en la extinción del coprincipado eclesiástico, y sus principales colaboradores en la curia le piden tiempo, para no provocar males mayores. Andorra vive momentos muy delicados, y la renuncia del arzobispo de Urgell abriría una crisis constitucional en el pequeño país. Ante tal tesitura, Andorra podría conformarse con un solo copríncipe –el francés– ofrecer la vacante al rey de España, u optar por otra solución. A nadie le extrañaría que también alzase la mano la Generalitat de Catalunya. Jordi Pujol ya pensó en el coprincipado de Andorra en los años ochenta. A partir de la Constitución de 1993, los copríncipes tienen la potestad de visar las leyes (basta con la firma de uno de los dos) y de nombrar a dos de los cuatro miembros del Tribunal Constitucional andorrano.

Uno de los defensores de la línea de prudencia es el secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolin, que tuvo la oportunidad de conocer bien la cuestión de Andorra cuando en el 2002 fue nombrado subsecretario para la Relación con los Estados.

No habrá movimientos bruscos –sostienen las fuentes eclesiásticas consultadas–, pero la reflexión sobre Andorra está abierta y condicionará la elección del sustituto de Joan-Enric Vives, si este acaba siendo nombrado arzobispo de Barcelona en sustitución del cardenal Lluís Martínez Sistach, que acaba de cumplir los 78 años.

En ambientes diocesanos el nombramiento de Vives se considera muy probable y se especula con la posibilidad de que ejerciese durante un tiempo de administrador apostólico de Urgell, para dar tiempo a una elección bien meditada para Andorra. Aunque no figura por escrito en los acuerdos Estado-Santa Sede, el Vaticano aceptó tácitamente en 1977 someter a consulta del Gobierno español dos nombramientos eclesiásticos: el del arzobispo castrense y el del obispo de Urgell y copríncipe de Andorra.



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