Opinió

¿Sueñan los robots con ovejas mecánicas?

“Un robot no hará daño a un ser humano por inacción, ni permitirá que un ser humano sufra daño” (1ª Ley de la robótica)

Sonny, un androide inteligente, interpretó la segunda parte de esta ley y llegó a la conclusión de que el propio ser humano, con su comportamiento, es un peligro para sí mismo y decidió confinarnos en casa. Es la distopía relatada por Asimov en sus novelas de “Yo, Robot”. Escenarios futuros de ficción metálica para antiguas teorías como “el hombre es lobo para el hombre”, que ya decía Thomas Hobbes el siglo XVI.

Muchos dejarán la vida en esta pandemia, otros se dejarán la salud de por vida (debido a las lesiones secundarias) y todos nos dejaremos la economía. No es un escenario alentador; ni en nuestras peores pesadillas hubiéramos imaginado tener que vivir esto, pero aquí está y aquí se quedará durante un tiempo, que se hará largo.

A la orilla de este desierto de desolación, lo único que podemos pensar es en encontrar un oasis. Espacios de sombra y agua donde la vida pueda continuar y aprovechar esta catástrofe para redireccionar un mundo que cambia en beneficio de viejos problemas como la vertebración del territorio y la despoblación del mundo rural contra la masificación de las grandes conurbaciones urbanas. 

El teletrabajo ha llegado para quedarse. Era una vieja teoría (años 60) que se ha demostrado con nota durante el último confinamiento. No será fácil. Tenemos que cambiar hábitos de siglos y sustituir el “estar en el puesto de trabajo” por el “estar trabajando”. De hecho, somos el país de la UE que más horas “trabaja” y paradójicamente, el menos productivo. Debemos cambiar el hábito de calentar sillas por el de ser productivos. Y la productividad perfectamente puede ser deslocalizada con la digitalización de nuestra sociedad.

Aparecerá una nueva clase de trabajadores, nómadas digitales que, con un ordenador y las comunicaciones adecuadas, podrán viajar, vivir y trabajar de una manera deslocalizada y si lo hacemos posible y atrayente…. el mundo rural puede beneficiarse, fijando población laboral y reinvirtiendo tendencia. Sé de lo que hablo. Yo vivo y trabajo donde la gente va de vacaciones.

En esta lógica de buscar o crear, si fuera necesario, oasis para esta nueva fuerza laboral, desde el Grupo Parlamentario de Cs presentamos una moción en el último pleno con numerosos puntos propositivos encaminados a posibilitarlo, buscando la derivada positiva que supondría para el mundo rural.

Aparecerá una nueva clase de trabajadores, nómadas digitales que, con un ordenador y las comunicaciones adecuadas, podrán viajar, vivir y trabajar de una manera deslocalizada y si lo hacemos posible y atrayente…. el mundo rural puede beneficiarse, fijando población laboral y reinvirtiendo tendencia. Sé de lo que hablo. Yo vivo y trabajo donde la gente va de vacaciones.

Vamos a vivir una breve época de políticas keinesianas de garrafón, con el dinero que llegará de Europa. Si somos capaces de aprovecharlo con sensatez y no en trenes AVE, aeropuertos o radiales vacías y si somos capaces de destinarlo a la economía productiva y no a la floreciente industria política, sin valor añadido, quizás tengamos la oportunidad de dar un salto cualitativo y mejorar la vida de los ciudadanos.

Pero en criptografía hay lo que llamamos “entidad de confianza”. Y ciertamente, este gobierno poca confianza nos merece: dedicado a ínfulas identitarias territoriales en plan el Corte Inglés (a identidad por planta) y a la apología de las raíces, cuando en tiempos de teletrabajo lo de las raíces lo podemos dejar para las acelgas. Los seres humanos tienen pies para moverse y cabeza para decidir el destino de sus pasos. Y a las sopas de letras electorales con el pavor Galdosiano de “Los Cesantes”.

Dentro de la catástrofe que vivimos, se abre un rayo de esperanza para el mundo rural con la tecnología como palanca. Por eso, desde Cs seguiremos trabajando en digital, con las máquinas; porque lo que nos preocupa son las personas.