Opinió

Las lágrimas de san Lorenzo

Vivir en la montaña tiene sus oportunidades y sus limitaciones. La altura, el aire limpio y la menor contaminación lumínica  permiten mirar el cielo y descubrirlo plagado de estrellas  que evolucionan con las horas de la noche. Hay todo un universo para el ojo educado en la observación celeste. En este escenario privilegiado del 11 al 13 de agosto, cada año, se repite una espectacular lluvia de estrellas fugaces que dan movimiento y luz al oscuro cielo estival. Es lo que conocemos como “las Perseidas” o “Lágrimas de San Lorenzo”. 

Pero este verano de calores intensos deriva en mercurios dilatados y tormentas de condensación que cada tarde/noche cubren el cielo de nubes y truenos, preludio de lluvia para la seca tierra. Da un poco de bronca, cuando tienes preparada la platea en el jardín para ver las perseidas y llegan las nubes cancelando la función. Los meteoros caerán igual, que no los veas no limita el acontecimiento.

Similar sucede en la política, sin la belleza de las perseidas, con frecuencia hay quien se dedica a tapar el cielo para que no veamos lo que acontece. Pedimos un pleno urgente en el Parlament para tratar la nefasta gestión sociosanitaria de la Covid-19. Pero nos respondieron “en agosto no, eso no es urgente”. Y acto seguido convocaron un pleno de urgencia para hablar de la monarquía.

Los grupos indepes son expertos en tapar el cielo, con teorías absurdas que no aprueban ni un primero de derecho, ni un primero de democracia. Siempre repiten los mismo esloganes que, no por absurdos, dejan de ser aburridos después de tanto tiempo: “En el Parlament se puede hablar de todo. También de la monarquía”. Repiten con la voz impostada.

Pero para eso no necesitamos un Parlament, en el bar ya se puede hablar de todo. La diferencia es que al Parlament se va a trabajar, no a mantener animadas tertulias de café. Y lo que hablamos se acaba escribiendo en leyes que afectarán la vida de los ciudadanos. Por eso es tan importante ser serios y productivos.    

En democracia las competencias se distribuyen y siempre deben existir contrapoderes, es la lección evolutiva que hemos aprendido, avanzando desde tiempos de los griegos. El alcalde de Lleida, dispone de un presupuesto pero no pueden decidir, aunque sus concejales le hicieran ganar la votación; comprar un portaaviones: ni cabe en el Segre, ni tiene sentido y comprometería las cuentas municipales en detrimento de los vecinos.

El alcalde de Vielha, aunque ganara la votación, no puede declarar la guerra a la República del Congo. No tiene competencias.

Competencia vs incompetencia. El actual gobierno de la Generalitat siempre tiende a nublarnos el cielo con cortinas de humo competenciales para ocultar su incompetencia.

Machado decía: ”el ojo que ves, no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve”, Aunque no las haya visto, sé que ha habido lluvia de estrellas. No me veo competente para apartar las nubes que lo han impedido, pero si para seguir trabajando en esta hora difícil de problemas grandes, frente a estos gobernantes pequeños; con sus obsesiones identitarias  que ni el virus, ni la economía aprecian.