Opinió

Carthago delenda est

Con la pandemia nos estamos acostumbrando a debatir mirando una webcam y no a los ojos de los contrarios. Soy de los que piensa que en política no hay enemigos, solo rivales. Pero a estos multicines del Parlament les quedan pocas hojas de almanaque y el gobierno continúa rellenándolas con propuestas ineficaces, tan solo de obsesiones mediocres con ínfulas de Catón.

Tendemos a pensar que antes se hacían mejores películas, libros o música que en la actualidad, y es normal, aunque erróneo. Cada año se crean cientos de nuevos títulos, pero el paso del tiempo solo mantiene vivos a las de calidad, que llegan en solitario hasta nuestros días etiquetados de “clásicos”, mientras el polvo del tiempo sepulta la mediocridad y las oportunas modas.

Baudelaire decía que “el truco del diablo es hacer creer que no existe” y la Brunete mediática catalana trabaja incesante los aromas que disimulan el azufre del ambiente.

Parece que ya vemos salida a ese oscuro túnel llamado Covid-19, aunque todavía resta un largo viaje por las derivadas de su mala gestión; esperemos que el traqueteo de las juntas de dilatación de las vías no nos haga descarrilar a la salida del final oscuro.

Unos han dejado la vida, otros la salud con las secuelas y todos nos veremos afectados económicamente.

Solo algunos pocos, los de siempre, intentarán salir fortalecidos. En Madrid no tenemos precisamente al ingenioso Ulises, tan solo al ambicioso Menelao y sus socios a caballo de madera con Podemos, Bildu y ERC para destruir Troya, bajo rancias ideologías; mejor no olvidar que Lenin, mató hasta al perro del zar.

Parece que ya vemos salida a ese oscuro túnel llamado Covid-19, aunque todavía resta un largo viaje por las derivadas de su mala gestión; esperemos que el traqueteo de las juntas de dilatación de las vías no nos haga descarrilar a la salida del final oscuro.

En Catalunya vamos descubriendo con el caso Volhov la sistémica corrupción de ERC y la endémica del PSC. Disfrazada de patriotismo buenista con el seráfico Junqueras al frente mientras Iceta, con mallas ajustadas, le baila “Dont stop me now”.

La gestión de la pandemia era difícil y aún más difícil ha sido ejercerla de manera tan negligente. Aplicando exclusivamente soluciones tan fáciles como medievales: confinamientos. En otras comunidades han buscado nuevos caminos tan inciertos como arriesgados pero que han acabado siendo exitosos como en la CCAA de Madrid. Hasta el gran gurú de la epidemiología catalana el Dr. Oriol Mitjà declaró que le gustaría trabajar en Madrid.

Decía Voltaire que “la política es el camino para que hombres sin principios puedan dirigir a hombres sin memoria.” El futuro pinta complicado ciertamente; pero sé que los aviones despegan contra el viento y como en aquella vieja película “Casablanca” volveremos a cantar la Marsellesa mientras el hipócrita inspector Renault recoge sus beneficios del juego.

El diablo existe, a todos nos acecha, pero estoy seguro de que la convivencia, el pragmatismo y la sensatez se abrirán paso, aunque seamos diferentes como dos copos de nieve.